El dulce frío de las gotas del rocío, rozaba mi piel aquel amanecer en el que andaba por el pequeño camino de piedras, donde me besaste una mañana de primavera. Como un sueño lúcido recuerdo aquel día cuando nos encontramos desprevenidamente sin emitir alguna palabra. La brisa tocaba su suave melodía y las aves danzaban sin rumbo llenas de alegría.
Te recuerdo perfectamente frente a mí, esa fría mañana de primavera, sin habla, sin nada que decir a través de tu boca. Tu mirada perpetua, fija en la mía, recuerdo escuchar lo que decía. En voz baja tus ojos castaños me llamaban desde lejos y me suplicaban que me acercara.
Recuerdo tu sutil aroma a canela por la mañana que impregnaba aquel lugar en el que coincidimos casualmente ese hermoso día primaveral. Tus ojos brillaron al verme y sentí una punzada en mi estómago, una energía electrizante que atrapó todo mi cuerpo, todo mi ser. Sin encontrar alguna lógica en esa sensación, me dejé llevar por mi intuición y me acerqué a ti...
Como si el tiempo se hubiera detenido, siento tus labios en las comisuras de los míos, suaves y dulces
Te recuerdo perfectamente frente a mí, esa fría mañana de primavera, sin habla, sin nada que decir a través de tu boca. Tu mirada perpetua, fija en la mía, recuerdo escuchar lo que decía. En voz baja tus ojos castaños me llamaban desde lejos y me suplicaban que me acercara.
Recuerdo tu sutil aroma a canela por la mañana que impregnaba aquel lugar en el que coincidimos casualmente ese hermoso día primaveral. Tus ojos brillaron al verme y sentí una punzada en mi estómago, una energía electrizante que atrapó todo mi cuerpo, todo mi ser. Sin encontrar alguna lógica en esa sensación, me dejé llevar por mi intuición y me acerqué a ti...
Como si el tiempo se hubiera detenido, siento tus labios en las comisuras de los míos, suaves y dulces